jueves, 3 de marzo de 2011

Una historia que me parte el alma.

Cuando mi padre cumplió 7 años mi abuela organizó una reunión en su casa. Entre los invitados al cumpleaños no figuraba ningún compañerito de escuela, ni del barrio ni el hijo de nadie. Los invitados eran sus alumnas de piano y algún que otro familiar. Toda gente grande. Nadie de ellos notó que en un momento de la noche mi padre había desaparecido. La reunión era ahora un cumpleaños sin cumpleañero.

Mi padre se había escondido en el cuarto del fondo a llorar en silencio. Con su cara contra sus rodillas, sentado en el piso sin encender la luz. A lo lejos, del otro lado del largo pasillo de los cuartos, se escuchaba un bolero en el piano y gente cantando.

Y pienso en esa sensación horrible que a veces yo también pasé, la de no estar con tu gente y segundo, y peor aún, que nadie note tu ausencia.

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Tomatito - Rondeña.
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Fotos en momentos de no foto.
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+ Hugo Díaz. Mano a mano.

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