miércoles, 11 de junio de 2014

El amor te hace mujer. Obra corta.

Teatro lleno. Chico pero lleno. Un hombre limpia un portaretratos de la mesa de un living con una gamuza naranja. Dice a ella: Pensé que me ibas a llamar. Habíamos quedado en vernos. Te esperé. / Y ella le dice: Bueno, pará. O sea, nos vimos antes de ayer, tampoco es que nos tenemos que ver todos los días. / Y ella se tiene que ir justo, porque está muy ocupada. Sale de escena. Y él mira por la ventana con cara de saudade, y ve que está empañada y la limpia con la gamuza naranja. / Fin. //// Supongo que no tiene ningún sentido más que el de la desesperación de haberse olvidado de la capacidad de poder esperar. Como virtud de estar enamorado, la vitalidad de querer que el momento presente dure mil años, o de que mañana sea ya, para poder seguir en ese presente. ==////////===== En realidad, después el personaje se pega un viaje a un lugar re lejos, tipo Asia o África, o por los dos, y empieza a sentir. A sentir que está sintiendo. Entonces ve que se trataba de eso: de sentir cosas. Y de sentir que estás sintiendo. Entonces, estaba a tiempo para todo. Porque el tiempo era él. ,,,,-?l,.=-0;K-_0/ Flashié. Y no encontraba la barra. Y no quise borrarlo.

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