martes, 8 de noviembre de 2016

Para mí el mar es otra dimensión.

No me gusta hacer snorkel. No me gusta Bucear. Mi primer recuerdo de mi vida, es decir, cuando me hice cargo de mi mente, fue a los 3 años cuando me tiré a una pileta buscando un autito de metal que se me cayó (estaba jugando al lado de la pileta, o alguien me dejó jugando ahí). Cuando me empecé a hundir miré hacia arriba y vi a mi papá, vestido, tirándose a la pileta a rescatarme. Recuerdo qué ropa tenía puesta él: tenía una chomba blanca de Sergio Tacchini y un Jean de UFO y unos mocasines marrones.
De grande, yendo a nadar a la pileta de un club, veía todo desde abajo como si fuese otro universo paralelo. Explico por qué: hay otra gravedad, otro velocidad en los movimientos, otro sonido, no se puede hablar ni respirar, no se puede ver bien, hay especies extrañas (ya estoy hablando del mar, no de la pileta, aunque los viernes hay clase de AquaGym para señoras mayores con flota flota y debajo del agua son figuras muy extrañas).
Hay animales gigantes, animales que tienen luz, ojos que no usan sino que tienen como un sensor de distancia, tal vez también me traumó el cuento de Pinocho adentro de una ballena, prendiendo una vela, ahí solito. Tenía un libro muy gráfico sobre esa escena. Tal vez leí muchos libros de Lovecraft o Verne, pero realmente le creo todo a esos dos. Sin duda, el agua es otra dimensión.

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