Un tipo caminando en la calle.
Se detiene, apoya una mano contra la pared de una casa y se saca un zapato. Se lo acerca a la cara y lo inspecciona por dentro. Con cara de desconcierto lo da vuelta y lo agita, como queriendo que algo caiga. Pero nada cae, porque nada había dentro. Haciendo equilibrio, y acomodándose la media, se pone el zapato. Pisa fuerte, se huele el dedo que usó de calzador y sigue caminando dudoso, un poco más suelto.
jueves, 27 de mayo de 2010
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