miércoles, 5 de septiembre de 2018

La idealización del futuro. Y en su ausencia, la del pasado. Como un salón de tortura, donde el pasado es una pared que viene hacia vos y el futuro es otra, que también viene hacia vos. En la dirección opuesta.

Qué hago yo ahora en esta casa, sufriendo otra historia? Y si me deja? y de pronto soy viejo y solo y ya es tarde? Qué es tarde? No me imagino yendo a bailar a La New York City, abrigado. Comiendo solo en La Mezzetta. Creo que no quiero eso, esa soledad de grande. Ahora sí me copa la soledad. La intermitente, que se apaga y se prende. Tampoco quiero ningún futuro. Ni gordo, ni sordo, y sin cojer. No quiero crecer más. Entonces estoy acorralado como todos, entre el futuro y el pasado, no queda otra que estar acá. En el presente. Y eso es muy bueno. No hay mejor que acá. No? El presente es un sanguchito.


Lo que me hace bien y que sigue siempre siendo lo que mejor bien me hace, es tomar rico vino y comer buena pasta.


pd. No es re loco que la plata sean papelitos de colores?

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