Una vez te encontré llorando en la calle./ Una vez me viste llorar en mi cocina.
-Lloraba y lloraba y, como las pobrecitas de los cuentos de hadas, enfermé de tristeza. Mariana me explicaba que estaba bien así, que si me quedaba en ese lugar chiquitito no iba a crecer, que la seguridad la tenía que encontrar en mí y en las cosas que hacía. Pero yo extrañaba que me saludara todo el mundo en la calle.
-Estás solo, en un lugar ajeno e inhospitalario donde no te conocés ni vos. O no te conoce ni tu mamá, que creo que en miles de millones de casos, eso es totalmente cierto, vivas donde vivas. Pero lo primero, cuando nadie te mira, sólo podés mirarte para adentro. Y eso incomoda muchísimo. Decime, ¿cuánto aguantás mirándote a un espejo antes de apartar la vista de vos mismo? Por otro lado, cuando te aprendés, que lo conseguís hurgando en el tacho más oscuro y mugriento que esté adentro tuyo, te permitís enamorarte de otra persona que no seas vos. Es decir, creo, cuando salís de vos sabiendo quién sos, y habiendo aceptado tu peor miseria, es cuando encontrás el verdadero amor. Que es alguien que existe, si me entendés qué quiero decir con existir. Yo sé que sí.
viernes, 23 de octubre de 2009
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te leia y pensaba que porque creo en el amor todavia, y me respondi que en 38 años vi parejas armarse, desarmarse, corazones romperse y componerse, amores para toda la vida y odios para siempre. si algo puede moverse tanto, estar tan vivo y no detenerse jamas, vale la pena creer es eso, verdad?
ResponderEliminargracias che, un placer tenerlos en la galeria y en la vida
eso podría ser un solo lugar: La galería de la vida.
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