martes, 1 de febrero de 2011

Taller mecánico./ Taxi.

Escuchaban Highway to hell cuando entré. Me sentí tan a gusto en ese taller. Bajé del auto. Miré sus paredes: no había posters de mujeres. Debía de ser eso. Había posters de rock y estantes con libros.
Sus mentes estaban tranquilas. También la mia.
Las mujeres no eran el eje como suelen serlo. Se pasaban las herramientas sin mirarse. Bajé al pozo. Pensé que tal vez fuesen maricones o algo de eso. Pero no. Y esto me dijo uno, el más mayor:

Cuando te sacás el bolero de la cabeza, empezás a ver de a centímetros parte de lo que sos. Y eso ya es muchísimo pibe, porque tus problemas empiezan a ser tuyos. Y así está bueno tenerlos.

Verso o no, es una linda interpretación.
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Cosas que te pasan cuando estás bien.

Ayer tomé un taxi, a eso de las 11 de la noche. Iba a la sala de ensayo. No suelo tomar taxis pero tenía plata y quería llegar rápido. Tenés cambio? Me preguntó el joven taxista. No, le dije. Tengo un billete de 50 y..., no sé, 6 pesos. Bueno, todo bien. Te llevo.
Apagó el contador y me llevó gratis.

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Las vidas se hacen. Las mujeres se encuentran.
Gracias David.

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Esta entrada debe ser la peor de todas las que escribí en la vida de este blog. Recomiendo, para sacar algo bueno de ella, a Canned Heat. Cualquier disco y ya.

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