miércoles, 17 de junio de 2009

Charla con un extraño. 1.00am.

Un martes a la noche, medio borracho, salí de lo de un amigo a tomar un colectivo para volver a casa. Estaba en tribunales, y caminé hasta 9 de julio. Tengo unos auriculares enormes que me impiden escuchar lo que sea que me rodea, e incluso ver.

Llegué a la parada y ahí estaba Adrían, meando un teléfono público. No pude verle la cara. Estaba muy oscuro. Cuando terminó lo que estaba haciendo, se acercó. Tenía una guitarra dentro de una funda toda rota. Yo tenía la mía guardada en mi estuche rígido.

Hablamos de muchísimas cosas que hoy la mayoría no recuerdo. Sacó su guitarra y me mostró lo que hacía. Y lo hacía bien. Improvisaba letras sobre una melodía que mezclaba muchas culturas que parecen desiguales. Lo escuché. Me olvidé del colectivo, y canté con él. Pero no quise sacar mi guitarra. Tenía los dedos rotos de tocar varias horas. Hablamos y nos aprendimos. Yo quería saber de él, y él quería saber de mí. Ese extraño y yo eramos iguales.

Le di lo que tenía. En mi bolsillo del sobretodo llevaba 2 libros. Catedral de Raymond Carver, y Un mundo feliz de Huxley. En mi bolsillo del jean tenía algo así como 15 pesos, o 25, no se. Un encendedor, y cigarrillos. Nos abrazamos otra vez y nos despedimos. Se fue silvando una canción que acabábamos de cantar y yo me quedé esperando otro colectivo. Cuando subí me dormí profundamente.

1 comentario:

  1. Hace muy poco volví a verlo cantando en el subte. Cruzamos miradas pero no nos dijimos nada audible, ni nos saludamos.

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