Volvía a casa, y no tenía ninguna mujer a quien llamar. En el auto venían dos amigos con sus novias a los besos y hablando en volumen Morse. Yo miraba los luces de la ruta, imaginando la dilatación y contracción de mis pupilas provocada por los faroles que venían a 100km/h.
Llegué a casa y cociné para mí, escuchando a Leonard Cohen. Después de cenar vi Dead Man, de Jim Jarmush. Y me dormí.
lunes, 31 de agosto de 2009
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