lunes, 31 de agosto de 2009

(* Continuación de entrada anterior) Formas de relación.

Ella sabía los nombres de las personas, y las fechas de sus cumpleaños. Signos del zodíaco, parentezcos y árboles familiares.


Fui a visitar a mi familia. Mi abuela tenía cancer, y al mes moriría. Hablamos y reímos de tantas cosas, que ni tiempo tuvimos de hablar de su enfermedad. Ambos lo olvidamos, si bien cada tanto una tos volvía para recordarlo. Estábamos felices.
Cuando volví ella me preguntó cómo estaba mi abuela. Y con una sonrisa le dije que estaba bien, que me había regalado la Pastalinda, un cortador de pasta viejísimo que era de su madre, y que habíamos pasamos toda la tarde escuchando boleros, mientras amasábamos pasta para 20 personas.

A los pocos minutos terminé con ella cuando me dijo que no sabía nada de mi familia. Que no sabía nada de la metástasis del cancer, ni cómo marchaba su quimioterapia. Ni siquiera sabía qué significaba todo eso. Porque para mí estaba hermosa.

Pensar distinto puede ser terminante. Algunos lo toman por la batalla y demás. Pero a mí una persona que piensa así, no me interesa convencerla de nada. Si necesita la verdad. Se la regalo. Porque no creo que sea algo que se tenga. Sería muy pesada.

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