martes, 10 de agosto de 2010

Encuentro con un pianista en un cementero.

Ext. Día. Sol de invierno. Diálogo pausado. Entre oración y oración pasan mínimo 10 segundos. Los dos miran una lápida.

-(Tose fuerte) Qué mal me siento. Si ya te pesa tu vida de 25 años, agregale el peso dos vidas más y tenés la mía. Mis rodillas. No sabés lo que duelen. En el año 80 hice un concierto con tu abuela. Ella alababa mi digitación y yo su pasión. Se retiró antes de tiempo. Tuvo un problema en su mano izquierda, o derecha, no me acuerdo. (Tose) Yo vine al entierro de tu abuela. Qué señora estudiosa. Exigente y autoflagelante.

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En el auto manejando en silencio, él practicaba digitación en sus piernas, o tenía un tic. Parecía el de Claroscuro.
También giraba la cabeza para ver chicas por la ventana.

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