No sé por dónde del norte me perdí caminando solo. A algún lado iba a llegar. Había un camino marcado. En un momento 8 o 9 nenitos se me acercaron corriendo. Yo había optado por salir a caminar escuchando música con mis enormes auriculares y abstraerme así de la abstracción en la que ya me encontraba inmerso, y salir a respirar un poco de rock a la superficie. Necesitaba ruido no autóctono. Salí a caminar con acdc.
Saltaban a mi lado. Me preguntaron qué escuchaba, que los deje escuchar, que querían escuchar. Esos auriculares llamaban tanto la atención. Seguro parecía un extraterrestre con eso puesto. Y claramente lo era!
Me los saqué y se lo puse al primero de los nenitos, que era el que más rompió las pelotas. Puse Highway to hell de cero.
No puedo describir la cara que puso, no soy capaz, pero empezó a hacer ruidos con su voz, y de golpe se convirtió y permeabilizó su mente pura y dejó entrar el rock en su sangre. Empezó a moverse. Yo pensaba, Claro, vive escuchando guitarras y flautitas, que son hermosas los primeros días de estadía, pero después de 8 días... acdc por favor. Apártense! El niño está entrando ahora en alto vuelo! Gritaba fuerte y sonreía y se movía dejando entrar el ritmo, yo tenía que seguirlo con el cable. Después se los pasó a otro. Y así a todos. Anocheció. Cuando me fui quedaron ardidos en la euforia, como un surfista que llega sano y salvo a la costa después de tomar una ola de siete metros.
No sé si debí haberlos hecho escuchar esa música del demonio. Algo cambién en sus rostros puros. Pero yo ya pensaba en buscar un lugar donde dormir.
jueves, 28 de octubre de 2010
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