-Pa, estoy confundido. No sé qué quiero hacer.
-Quedate tranquilo Germán.- Me abrazó un minuto reloj. Después se apartó para mirarme otra vez- Vas a estar confundido siempre.
Volaba una vez con mi madre cuando estaban juntos. Iban los dos a no sé qué ciudad de Estados Unidos. Mi mamá nerviosa sintió un ruido en un ala.
-Fernando, Fernando! -lo llamó agitándole el brazo, provocando que vuelque su gaseosa dietética- Qué pasa en el ala? Qué pasa?!
-Matilde, tranquila. Por favor. Si se cae el avión y no te morís en el impacto, te comen los tiburones.
3 botellas tamaño avión después, mi madre dormía como una hermosa niña con su osito perfumado.
Con respecto a mí, dejé de cuestionarme todo todos los días.
Ahora sólo lo hago de domingo a martes.
viernes, 1 de octubre de 2010
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Muy bueno! me encantó!! saludos!
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